No voy a leer mi poesía si no la de Patricio Foglia, que a su vez leerá mis versos.
leo la poesía de Patricio
como apoyando la lengua sobre
la superficie ancha del helado
desprevenida
quitando todavía el envoltorio
tirando del palito para que se despegue
esa parte de la lengua
que va a sangrar.
