escribí dos o tres líneas.
no escribí.
leer, leí un poco más.
el ensayo "Sublime extrañeza", de Harold Bloom; la mirada certera de un octogenario cansado, alegremente culpable de ser el "canonizador incesante". en una parte tira que los juicios de valor literario no significan nada si no se hacen explícitos y más adelante acierta que esa "extrañeza" de la que habla, es la ansiedad de la influencia. "¿Qué parte es mía y qué parte he oído antes? La ansiedad es una cuestión de identidad personal y literaria. ¿Qué es mi yo y qué es mi no-yo? ¿Dónde acaban las voces de otros y empieza la mía? [...] Lo sublime nos transporta más allá de nosotros mismos, provoca el misterioso reconocimiento de que uno nunca es completamente el autor de su propia obra o de su propio yo".
no escribí.
leer, leí un poco más.
el ensayo "Sublime extrañeza", de Harold Bloom; la mirada certera de un octogenario cansado, alegremente culpable de ser el "canonizador incesante". en una parte tira que los juicios de valor literario no significan nada si no se hacen explícitos y más adelante acierta que esa "extrañeza" de la que habla, es la ansiedad de la influencia. "¿Qué parte es mía y qué parte he oído antes? La ansiedad es una cuestión de identidad personal y literaria. ¿Qué es mi yo y qué es mi no-yo? ¿Dónde acaban las voces de otros y empieza la mía? [...] Lo sublime nos transporta más allá de nosotros mismos, provoca el misterioso reconocimiento de que uno nunca es completamente el autor de su propia obra o de su propio yo".
no hay grado cero de nosotros, pienso.
en la casa donde me crié ya no está el ciruelo del patio. en su lugar quedó la base del tronco, cortada a ras del piso, y a los costados fragmentos y ramas para sentarse, para dejar secar y echar al fuego, hacer asado después.
vuelvo a Almagro con una sensación amarga.
en lugar de correr y bañarme para ir a la feria del libro me pierdo en las fotos que alguna vez le saqué ese árbol. están en facebook. elevo una oración al gran dios azul y blanco. reviso los registros con atención. no están mal. recuerdo la caja de la motosierra que acaba de comprar mi padre, el asado que comimos, la cara de mi hija contando el temporal de sus días de campamento. al rato, en el café, la expresión de felicidad de mi madre anunciando que en septiembre dormirá en el piso de alguna escuela brasilera por ver al papa Francisco I. se le iluminan los ojos como a una groupie que se entera que puede pasar a la habitación del hotel cinco estrellas donde se aloja su ídolo. detrás suyo aparece la gastada biblioteca. está en el patio, la madera descolorida, los libros también. mi madre habla y yo hago fuerza para no desconcentrarme en los libros que tiene detrás. al final termino revisándolos y trayéndome a casa "350 poesías para niños".
flor de influencia.
vuelvo a Almagro con una sensación amarga.
en lugar de correr y bañarme para ir a la feria del libro me pierdo en las fotos que alguna vez le saqué ese árbol. están en facebook. elevo una oración al gran dios azul y blanco. reviso los registros con atención. no están mal. recuerdo la caja de la motosierra que acaba de comprar mi padre, el asado que comimos, la cara de mi hija contando el temporal de sus días de campamento. al rato, en el café, la expresión de felicidad de mi madre anunciando que en septiembre dormirá en el piso de alguna escuela brasilera por ver al papa Francisco I. se le iluminan los ojos como a una groupie que se entera que puede pasar a la habitación del hotel cinco estrellas donde se aloja su ídolo. detrás suyo aparece la gastada biblioteca. está en el patio, la madera descolorida, los libros también. mi madre habla y yo hago fuerza para no desconcentrarme en los libros que tiene detrás. al final termino revisándolos y trayéndome a casa "350 poesías para niños".
flor de influencia.
el libro pasó de amarillento a marrón. está reencuadernado hace unos cuantos años por las manos de mi propia madre. su tapa fue reemplazada por la caja de cartón de un puzzle infantil. girando un poco el libro se reconstruye la frase del rompecabezas: Selva Encantada. qué sujerente. la contratapa deja aparecer el medio cuerpo de un elefante celeste parado en una rama. me acuerdo del poema El corpiño y lo busco enseguida. está en la página 212 y es de Juan Manuel Cotta. se lo leo a mis hijos. mi vieja habilita que nos llevemos los libros. llévense los que sean de ustedes, dice. recuerdo perfectamente la vez que leí ese poema. tendría la edad de mi hija ahora, once o doce años. recuerdo la lectura y el pensamiento de entonces; "si es así de fácil yo puedo escribir una poesía".
así de fácil.
más tarde mi hermano me cuenta cómo evoluciona el implante del anular que se bajó con una moladora hace dos semanas.
tristeza.
enseguida después me dice que está tomando nota de todo lo que le pasó desde el accidente.
alegría.
más tarde mi hermano me cuenta cómo evoluciona el implante del anular que se bajó con una moladora hace dos semanas.
tristeza.
enseguida después me dice que está tomando nota de todo lo que le pasó desde el accidente.
alegría.