llego a casa a las cinco de la mañana. una amiga vino a darle de comer a mi gato durante nuestra ausencia. lo primero que hago es abrir la puerta del patio. viene desesperado hacia mí. parece hambriento. yo le rasco la panza y lo beso. luego voy a cambiarle las piedritas. extrañamente están llenas de comida. mi amiga se equivocó de recipiente.
sobre la almohada de mi cama hay una bolsa de regalo. pienso que se la olvidó mi hermana y la cuelgo en el perchero del vestíbulo para dársela cuando venga. mis hijos me dicen: "es dos de enero, ma". recuerdo que hace trece años me estaba casando por iglesia.
por la tarde pienso en la posibilidad de darle un nombre real a cada cosa engrosando así el idioma, volviéndolo, de alguna manera, mío.