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"La obra sólo es obra cuando se convierte en la intimidad abierta de alguien que la escribe y alguien que la lee, el espacio violentamente desplegado por el enfrentamiento mutuo del poder de decir y el poder de oír". Maurice Blanchot

27.7.13

G me cuenta una decepción. me dice que está por dejar un proyecto. yo me calzo la botas de torero y le digo que esa actitud es imperdonable, que "yo misma no me permito algo así", digo, y mientras dejo salir esas palabras me enveneno por dentro, de la vergüenza. después me prometo seguir arrastrando este carro para no contradecir todo lo anterior.

alguien me manda un mail donde comenta un texto que escribí. quisiera creer que sólo se trata de confiar y de seguir, pero a la noche releo unos poemas del año pasado y de la parva sólo rescato uno.

freno un libro que estaba por entrar a imprenta. no puedo con este amor-odio a la poesía que escribí. me tiro una siesta y repito el padrenuestro para dormirme. lo hago para ver si todavía lo recuerdo. filmaría la fogata de papeles que hice en el patio, en una lata, con la basura mental que escribí en estos meses y osé imprimir, leer, postear, considerar plausible de ser publicada. odio a las escritoras oscuras, las odio desde lo más profundo de mis imposibilidades. 

mi tía viejita me manda un sms. está aprendiendo a comunicarse por escrito con el celular. "te invito ravioles el sábado". no sé por qué mi tía, todavía, tiene esos gestos conmigo.

llevo a mis hijos con un grupo de amigos a ver la muestra del Grupo Mondongo. la mayoría son chicas. las dejo alejarse de mí en el colectivo. hablan fuerte, se ríen, cantan. cuando llegamos veo un retrato de Fogwill hecho con hilos de algodón teñidos. un retrato de Fogwill y otro de Francisca. lo demás es más de lo mismo. ¿quién será Francisca?, pienso. la hija de alguno de los artistas, me contesto. con la distancia cada obra cambia. de cerca los hilos de la cara, los que arman la sombra en la mejilla derecha de Fogwill, son de un violeta inconfundible. camino unos metros hacia atrás sin sacar los ojos de la obra. los hilos se vuelven rosados, y un poco más atrás color piel, perfecta piel de Fogwill. la obra exige verla de cerca y tomar distancia. tanto el detalle como la integridad son necesarios para apreciar el cuadro en su totalidad. admiro el todo completo pero me siento presa del detalle, de cada hilo teñido de un color, ubicado en el cuadro con una forma, según sea pelo, tela, tejido, piel. saco fotos pero no las subo. las fotos arruinan la textura de lo que vi. la inmensidad del trabajo se achata, se aplana, se destruye. me voy en el 24 pensando en que no hay nada que pueda ser nuevo. incluso ahora, que releo este párrafo, lo encuentro tan igual a otros que me produce malestar.

terminar diciendo que extraño a Fogwill sería hueco y bastante blando. pues bien, extraño a Fogwill. extraño poder pensar que mañana o en un mes, un año, dos, habrá un texto nuevo de su mano, salido de sus ideas torcidas, de su forma de mirar torcida, como las ramas de los árboles que crecen, como pueden, buscando el sol.

antes