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"La obra sólo es obra cuando se convierte en la intimidad abierta de alguien que la escribe y alguien que la lee, el espacio violentamente desplegado por el enfrentamiento mutuo del poder de decir y el poder de oír". Maurice Blanchot

14.5.10

Otra vez oigo voces, 14 de mayo de 1910


A veces así, de la nada aparecés.
Como si nada, no, me das vuelta la cabeza.

Y ni sos, ni estás acá siquiera,
y me partís a la mitad las decisiones esas.

Me lo desordenás, todo, a la distancia,
como si un fantasma sos, como si racia.

Y te compro la entrada del cine, 
y apoyo la mano en tu butaca.

Solos los dos, a oscuras, 
tu fantasma y yo sin más que nada.

Y los caramelos de miel derretida en mi boca con tu nombre,
que no me nombra, ni, que no me nombre.

Cualquier desvío en la película se me hace atajo,
excusa para pensarte, tenerte tanto.

Para desear que si tu mano, para querer que si tu boca,
que si me respirás el aire, que si te miro entre las prosas.

Y me doy la carilina como si vos,
y te pregunto si apagaste tu teléfono.

Y te estoy por llamar, pero por qué,
si estás acá, con lo que queda de mi resto.

Salgo y el aire frío en las hojas, la vereda,
en mi cara de invierno deshojada.

Salgo y las luces del bondi de frente que me avanzan,
iguales a tus ojos, océanos de sal desalinada.

Y el pibe del puesto de diario que me indica la parada, 
con su tono de vos, con tu cuerda vocal desafinada.

Y el hambre y el olor a pizzería,
y Boquitas Pintadas en mi bolso por la espalda.

Como el día aquel que me dijiste que,
el botón que, la martingala.

antes