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"La obra sólo es obra cuando se convierte en la intimidad abierta de alguien que la escribe y alguien que la lee, el espacio violentamente desplegado por el enfrentamiento mutuo del poder de decir y el poder de oír". Maurice Blanchot

16.2.11

una parte

estoy escribiendo y mientras tanto. la certeza de que no se me mete entre las letras. nunca. no. con todo lo que quiero. y aunque pudiera no, la infelicidad. estoy escribiendo con una parte. la que no trabaja para ellos. la que lo hace porque sí, de madrugada. cuando se quiere seguir durmiendo pero no. se levanta. uno. el que sabe que igual no va a decir. que. es una guerra perdida. que. mientras unas palabras elegidas se apoltronan ahí, para siempre, dos líneas antes “uno. el que sabe que igual no va a decir”, por ejemplo, ya esta siendo, y las demás no. se pierde uno de tantas otras que no eligió. una orgía las palabras, ellas sí. tantas.
son las siete y cinco ahora. no prendo la luz porque es verano. entra ella sola por el techo, llueve claridad y un aire otro. fresco. menos viciado quel de siempre.
a la mañana se piensa mejor aunque se escriba igual. se tienen pocas cosas claras. no como Sartre, Freud, Voltaire. como Marx, Foucault, o la Duras, inabarcables. nunca hay tanto iluminismo a la mañana. ni para terminar de asir a los que son. mientras mi aurora no termina de tenerlos. no hay claridad que alcance en mi cabeza. las teclas se hunden sin presión cuando las miro. quieren. pero no alcanza con querer para decir. ni con la escritura, ni. no alcanza nunca. y la clave está, no sé, mientras lo pienso, que la clave es el hubiera. lo que no. lo que afuera mientras esto era elegido. los eventos que se tanchan en mi agenda. la infelicidad del triunfo de la renta. de vender nuestro destino por zapatos. que tenga que haber lo importante, que me deje vencer por el deber.
quiero escribir con una parte. siempre. la que no trabaja para ellos.

en mis subtes de ida y vuelta

Igor, de Levin

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