en mi mesa de luz, doblado, chiquito, encuentro un papel. lo abro sin mucho preámbulo, casi en la misma acción de abandonar mi cartera en el piso. del lado visible, la cara hacia arriba dice: "para mamá". adentro hay ocho estrellas y un corazón con una variante de mi nombre: "letitia". abajo dice: "te quiero mucho", y está el nombre de mi hija. el gesto me alegra el alma y pasa, se destruye en el acto mismo de ver el papel, tocarlo, pensar en la tinta de la birome, en la materialidad concreta y tangible que mañana a la tarde, o en veinte años más, dejará de existir en cada una de sus partículas. muy pronto el ser que existe mientras mira, se alegra, o estalla de felicidad, muy pronto la carne, el cuerpo debajo del cerebro, son sólo una cosa que se desintegra. su valor es en la medida exacta del ser, sin más destino que su actualidad. no archivo la carta, no quiero conservarla, sólo rememoro el gesto, dejo que me marque, que se imprima su existencia fugaz en mi memoria.
.
"La obra sólo es obra cuando se convierte en la intimidad abierta de alguien que la escribe y alguien que la lee, el espacio violentamente desplegado por el enfrentamiento mutuo del poder de decir y el poder de oír". Maurice Blanchot
1.5.13
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
antes
-
►
2018
(10)
- ► septiembre (1)
-
►
2015
(105)
- ► septiembre (9)
-
►
2014
(135)
- ► septiembre (11)
-
▼
2013
(276)
- ► septiembre (19)
-
►
2012
(246)
- ► septiembre (21)
-
►
2011
(368)
- ► septiembre (12)