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"La obra sólo es obra cuando se convierte en la intimidad abierta de alguien que la escribe y alguien que la lee, el espacio violentamente desplegado por el enfrentamiento mutuo del poder de decir y el poder de oír". Maurice Blanchot

30.1.13

#escasea el tiempo, abunda el poema

el sí tiene
un poco de no
y al revés
lo único que me está quedando de la Patagonia es una cajita de tés.


#deseos desbordados

la brisa suave de esta mañana de verano, pedaleando de camino al trabajo, armó una melodía interesante al pegarle a uno de mis aros. andaba atenta a esas horas, yo. la pude oír. ahora que reparo en el día de hoy esa observación fue la más aguda que pude generar. tengo mucho trabajo. de a poco voy perdiendo ese estado de poesía que me impregnó ML en las vacaciones. vuelve una especie de "apuro" por llegar a todo, armar esquemas de trabajo, y cumplir con la agenda que en sólo dos días ya se fue llenando de reuniones. hago fuerza en un intento de no dejarme llevar por la corriente como una trucha que acaba de desovar. la nota que escribió @angulita sobre Maru Botana en Revista Paco me dejó pensando. descarto algunos de los talleres que planeaba hacer este año.
tengo que escribir.
tengo que escribir.
tengo que escribir.
esto que estoy haciendo es apenas un ejercicio, un ensayo para no caer de sueño, abatida, no rendirme ante la cama y terminar sintiéndome peor mañana. miro las fotos que una amiga se sacó con su novio en Brasil. son miles. todas cachondas. me acuerdo que en mis trabajos anteriores las minitas de "cuentas" hacían eso todo el tiempo; exponían a sus chongos en portarretratos, wallpapers, fondos de pantalla. odio a Facebook, a Twitter, a Máxima Zorreguieta. sobre todo a Máxima Zorreguieta. por suerte hace un rato vino Julia a casa con su nueva socia. contó unas ideas, miramos libros de arte y hablamos de diseños, de tapas, de estilos; googleamos pintores y buscamos dibujantes en la web. en silencio pensé "qué pena que su proyecto no sea el mío". soy la típica pelotuda que quiere estar en misa y tocar la campana. estoy aprendiendo a reprimir esos deseos desbordados, a hacer foco.
tengo que escribir.
tengo que escribir.
tengo que escribir.
¿no era que reprimir estaba mal? dudo, a veces está bien, obvio, me corrijo. después de todo lo relatado  hice la cena, pasé el peine fino en las dos cabezas de mis crianzas, lavé los platos, llamé a una persona por teléfono, coordiné las actividades de mañana y vine a la cama a chequear los mails. un comentario en el blog me sacó una sonrisa.

antes