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"La obra sólo es obra cuando se convierte en la intimidad abierta de alguien que la escribe y alguien que la lee, el espacio violentamente desplegado por el enfrentamiento mutuo del poder de decir y el poder de oír". Maurice Blanchot

28.1.13

#falso contacto

volver al trabajo después de 15 días libres, vacacionales, hermosos. armar el tupper a la mañana, poner tomate cortadito, queso, unos daditos de pollo, aceite de oliva y sal. rociar la ensalada con aceto y rosa mosqueta que vino en la valija. enfriarla un ratito en el freezer, con amor. después de escribir ducharse, estitrar la cama y llevar a Malena a la casa de una amiga. justo antes de salir poner el tupper en el morral.  viajar en subte al trabajo, llegar sonriente, guionar hasta las dos. salir a almorzar sola, parar en la Plaza de Mayo, buscarle el lado bueno a la cosa, un lugarcito en el césped. disfrutar el sol, los bancos, los árboles, las fuentes y los vendedores de jugos naturales. buscar una sombra. sacar Falso contacto de Ana Ojeda. leer la contratapa y esperar un rato a que venga el hambre. después sacar el tenedor, quitarle la servilleta y estirarla sobre las rodillas. destapar el tupper, mirar el contenido, quedarse mirando. cuando las glándulas salivales segregan deseo y la lengua se relame en la previa, encontrar medio dulce de membrillo + medio dulce de lima, en lugar de la ensalada. volver a Buenos Aires, volver a pensar en veinte cosas, volver al fallido, al error, al comedor oscuro del trabajo. que atinado título eligió Ana Ojeda para su libro. 


#Elenas

me despierto a las cinco cincuenta. el ventilador tira un ruido denso y reiterado. le saco el cargador a la Netbook y vengo al baño. seguramente será más tarde cuando publique esta entrada, habrá más claridad, habré desayunado y corregido el texto. siento la necesidad imperiosa de anotar mi sueño. es bastante extraño y nuevamente lo estaba escribiendo dormida, o, mejor dicho, lo escribía en la duermevela del momento en que uno se da cuenta que está soñando. había anotado la cita de un libro que me descargué y leí en las vacaciones, El inconsciente y su escriba, de Moustafa Safouan, discípulo de Lacan, y había asociado el final del sueño con el final de mis días de descanso. todo eso ya era parte de este relato que aún no me había sentado a escribir. recostada en la cama, apenas despierta, registraba el final del sueño, un poco perturbada por no poder seguir soñando libremente. mi inconsciente me dictaba una posible forma de narrar. me sentaba en la cama, anotaba esta cita en la compu, y, al hacerlo, al tomar forma este relato, iba dejando de ser sueño y trayéndose a la conciencia. cuando estuve un poco más despierta me levanté de un salto y vine al baño, encendí la Netbook, la apoyé en mis rodillas y escribí la hora. es el momento de agregar que muchas veces —que fea es la imagen— escribo sentada en el bidet. recién entonces registré mi dolor de pansa y la regla. voy a elegir provisoriamente la palabra "regla" —por falta de una palabra mejor— para nombrar el suceso mensual que experimenta el cuerpo que llamamos femenino. a decir verdad voy a buscar en breve una palabra más personal y atenta al fenómeno. pero eso será luego, ya veremos cuándo. 

decía, entonces, que debería analizar la conclusión del sueño, por qué habrá sido esa, y si será posible que el inconsciente femenino tenga la capacidad de percibir los cambios corporales mientras duerme. yo entiendo que sí. no es la primera vez que abro los ojos en la cama, abruptamente, unos minutos antes de la explosión nocturna de la regla. —qué palabra más infeliz terminé eligiendo— "regla". me recuerda a la serie española Verano Azul*. anoto la referencia para luego pensar por qué habré asociado estos relatos de manera tan caprichosa.

cuando las piernas comienzan a dolerme salgo del baño y vengo a la cocina. un hormigueo recorre mi circulación sanguínea. sacudo los pies, preparo mate, le doy de comer a mi gato y me siento a la mesa temiendo que, en todo el traqueteo, se haya perdido algún dato importante. ¿Qué habrá querido realizar mi inconsciente en este sueño de hoy? sé que ya me estoy adelantando al interpretar de forma bruta y sin herramientas el relato de mi deseo. sin embargo no puedo dejar de decir que anoche terminé un extenso libro significativo, que pensé en el final definitivo de mis vacaciones, y que acaba de concluir mi ciclo fértil en la ya nombrada "regla". definitivamente soy una mujer ansiosa. tengo que retroceder y contar el sueño, me digo, no sirve que sobreinterprete y me adelante a los hechos. sobre todo en el relato escrito. tengo que  reconstruir primero, con la menor edición posible, los sucesos del sueño tal cual los registro, si es que todavía puedo hacerlo.

me da pudor recordar las circunstancias, el escenario, los personajes y los hechos del sueño que acabo de tener. igual, se sabe, los escenarios seguramente son desplazamientos, y los personajes no son ellos, sino alguna de sus características o señas personales. se trataba entonces, comienzo de una vez, de un programa de televisión que estaba siendo grabado al aire libre. su conductora, en minishort de lentejuelas, entrevistaba a dos escritores y a mí. ella era bastante tonta, rubia, flaca y hacía preguntas estúpidas. primero a los chicos, por suerte. pero el rollo era más adelante y no tenía que ver con ella. durante el programa los dos escritores estaban de buen humor, pese a que el más morrudo de los dos suele ser bastante parco. ahora recuerdo que el año pasado compartí lectura con él, en el Centro Cultural Matienzo, y que sentí vergüenza cuando tuve que leer, después de que él desplegara una cantidad de frases brillantes que trajo escritas y exhaló de un respiro. lo voy a llamar B para identificarlo en el relato. B no gesticulaba. tampoco respondía las preguntas de la entrevistadora. con mucha astucia sabía esquivar la estupidez reinante, sin ofuscarse ni decir que lo hacía. en la primera pregunta sonreía como negando, en la segunda contestaba algo absurdo, y en la tercera sacaba un papel del bolsillo y comenzaba a leer sin pedir permiso. la rubia quería encausar el programa y giraba hacia mi lado, como pidiendo auxilio. "qué bien, qué lindo", decía, "¿vos también trajiste alguna cosita para leer?". yo sonreía, como sonrío siempre, y buscaba un libro rojo en mi cartera. mientras lo hacía pensaba: "lo tengo que tener". el programa, como creo haber comentado, era al aire libre, entre los árboles y cada vez se hacía más de noche. yo no sabía qué poema era pertinente leer, y tampoco podía ver las letras. todo el texto parecía un extenso pie de página, impreso en un cuerpo textual minúsculo. el otro escritor, a quien voy a llamar J, llenaba el bache con preguntas y comentarios. "¿trajiste el texto tal?", me preguntaba, y hacía alguna referencia a ese relato. mientras tanto yo, con la cabeza metida en mi libro rojo, buceaba desesperada y seguía perdida sin poder leer. sus comentarios llenaban mi vacío en el programa, y ocupaban el espacio que yo estaba desperdiciando. J volvía a intervenir para ayudarme, sacaba temas y hablaba con la rubia. el guiño era, claramente, un ayuda afectuosa, una muestra de cariño. "tengo que encontrar algo" —pensaba yo— "tengo que encontrar algo que zafe". pero nada de lo escrito era pertinente; y a la vez nada podía ser leído. en eso J se dirigía a mí, las luces y las cámaras lo seguían. "¿no trajiste el texto ese de las Elenas?", me decía. la conductora y B dirigían sus miradas hacia mi cuerpo femenino. "ese texto está buenísimo", decía J. yo me ruborizaba. ¿cuál será ese texto?, me pregunto ahora. los nombres y los números son buenas puntas para analizar los sueños. ¿quién es Elena?, pienso. ahora que lo escribo, creo recordar, que el nombre Elena me molestaba en el sueño. ¿será porque no existe un texto mío que se titule de ese modo? ¿de qué Elena me está hablando J?, pensaba yo en el sueño, ¿de quién mierda es ese texto? finalmente la conductora pedía un corte y se acercaba a mí para tranquilizarme. yo me recluía en el baño y seguía buscando en el libro. entonces encontraba el fragmento que iba a dejarme bien parada y volvía al rodaje a salvar las papas. cuando llegaba al set, con el libro en la mano, todos estaban sentados a la mesa, comiendo empanadas con descuido. "listo" —decía yo— "acá tengo el relato"; pero el bullicio no se detenía y un técnico me contestaba con media empanada en la mano y la boca llena: "ahora estamos comiendo".

son las ocho y veinte de la mañana. tomo un mate amargo y escribo un sueño que no comprendo. debería estar durmiendo, tomar un Evanol, un té, recostarme. pero estoy viendo como entra la claridad por la ventana, se despliega la luz en mi cocina, en esta mañana de enero. estoy tratando de hacer las cosas bien.











*Verano Azul fue una serie de Televisión Española producida en 1981 y dirigida por Antonio Mercero que tardó sólo 16 meses en ser rodada, en la localidad malagueña de Nerja y que se transmitió en la Argentina a partir de 1983.

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