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"La obra sólo es obra cuando se convierte en la intimidad abierta de alguien que la escribe y alguien que la lee, el espacio violentamente desplegado por el enfrentamiento mutuo del poder de decir y el poder de oír". Maurice Blanchot

21.2.13

#el pasado

V promete prestarme La banda del ciempiés de Mario Levrero. yo escucho su nombre, asocio una situación y se me viene, implacable, el momento de La novela luminosa en que ML narra cómo Chl sueña algo que él está haciendo en otro lugar y otro tiempo, para ella. a veces yo también me encuentro en ciertos pasajes casi igual de paranormales. cuando me doy cuenta de ese "otro orden de cosas" trato de no tomármelo en serio. por ejemplo, hace unos años escribí el título de un cuento que, sin saberlo, anticipaba la hora exacta de algo iba a pasarme en 2013. algún día, tal vez, pueda explicarme mejor.
el otro gran suceso del feriado lluvioso de hoy fue que ordené mi archivo de fotocopias y encontré un sobre con poemas tachados. todos decían "no", y una raya los cruzaba en diagonal, de punta a punta. estaban fechados, titulados, doblados a la mitad. algunos eran del 90, la mayoría del 92 y 93. estaban escritos en hojas de cuaderno espiralado, en votos del partido socialista, y en unas hojas verdes, de la primera impresora que compró mi papá. entre las pila había un listado de las materias del CBC y un guión del pesebre viviente de ese año. osada, había intentado ponerle música a un poema, lo delataban los tonos sencillos, en color rojo, que había escrito entre verso y verso: re, mi, la. leerlo me hizo recordar aquella estúpida melodía. todo rimaba. todo era dark, punk, triste. una pulsión de muerte salía de esa parva de papeles amarillentos, tachados y dispersos. la palabra amor pedía auxilio a todo grito. abusada, dejaba de tener algún sentido. lo extraño es que nunca haya tirado esa pila inmunda. ni cuando me vine para Almagro, ni en las posteriores mudanzas, ni ahora, que vuelvo a dejar todo como estaba, y lo guardo en su caja, segura del desastre de conservar tanta mierda, como quién nunca termina de arrancarse el cordón a ese lugar de lo que fue.

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