no me quejo,
quiero ponerlo en
palabras que no cuentan
nunca nada.
el ardor
como latido
acelera la máquina
los engranajes se traban
los vapores.
y sé que prueba
si todavía sí.
sé que no quiere
pero no puede
no.
entonces las horas descomunales invertidas en frenar la máquina, cerrar los grifos, enrollar mangueras y evaporar vapores se evaporan, todas, las fuerzas caen, el esfuerzo es vano, las manos solas se desprenden del cuerpo, un fogonazo y se agitan moléculas más moléculas, con pancartas y salen, juntas, al barro a dar la pelea, rebeldes, retobadas, las manos abren los grifos y destraban las manivelas, calientan los motores de la máquina que solo silba, loca, por las calles, silba frente a la pantalla, sola está, busca, máquina desquiciada, sin saber más que silbar, calentar motores, echar humo negro, muerte, y rechinares, hasta que otra vez algo la apague.