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"La obra sólo es obra cuando se convierte en la intimidad abierta de alguien que la escribe y alguien que la lee, el espacio violentamente desplegado por el enfrentamiento mutuo del poder de decir y el poder de oír". Maurice Blanchot

27.7.15

¿querés coger?

te mandaría un mail vacío
o le mandaría un mensaje telepático a uno de mis mails
para que se mande
solo
te golpee la puerta
o también le mandaría un mensaje a mi inconsciente
para que me haga fallar
me haga mandar un mail vacío
a tu nombre
y después me obligaría a explicarte que fue un error
que mis ganas hablan solas, por encima de mí, de mi deseo de vos, de verte a vos, de estar con vos, de besarte, de escribir con vos, de que sea martes, miércoles, jueves, todos los días, o de vez en cuando, mejor, así no se corta, porque mucho aburre, mucho se pudre, mucho se termina haciendo el chicle de lo continuo, continuado, cotidiano, entonces no, todos los días no, un mail embarullado no, mejor un mail directo, que se banque el sí, y el no y el más o menos: ¿querés coger?

Sociología y/o literatura, por Hernán Vanoli

"...habría que discutir formas de producción de las categorías de saber, por un lado, y modalidades de apropiación de los textos, por otro. Por eso voy a referirme a la sociología no como una disciplina, sino como un modo de aproximarse a los textos que funcionan socialmente como literatura. La sociología como una forma de leer [...]
Más allá de las intenciones del autor, toda obra literaria compone una relación entre los textos, los lectores, las instituciones y el poder social acumulado. También representa un grado de desarrollo de las fuerzas productivas. La literatura elabora dispositivos de lenguaje capaces de contener relaciones éticas y estéticas entre los sujetos, los objetos y las instituciones. ¿Qué tipo de recepción preanuncia este libro? ¿Cómo contribuyen a la misma sus paratextos, el proyecto editorial en el que se inscribe? ¿Qué régimen de circulación de los bienes culturales se imagina en los proyectos literarios? Esas preguntas también podrían estar presentes cuando se despliega una lectura sociológica."

Nota completa acá.

21.7.15

Maurice Blanchot le escribe a George Bataille

"Debemos renunciar a conocer a aquellos a quienes algo esencial nos une; quiero decir debemos aceptarlos en la relación con lo desconocido en que nos aceptan, a nosotros también, en nuestro alejamiento. La amistad, esa relación sin dependencia, sin episodio y donde, no obstante, cabe toda la sencillez de la vida, pasa por el reconocimiento de la extrañeza común que no nos permite hablar de nuestros amigos, sino sólo hablarles, no hacer de ellos un tema de conversación (o de artículos), sino el movimiento del acuerdo del que, hablándonos, reservan, incluso en la mayor familiaridad, la distancia infinita, esa separación fundamental a partir de la cual lo que separa se convierte en relación. Aquí, la discreción no consiste en la sencilla negativa a tener en cuenta confidencias (que burdo sería, soñar siquiera con ello), sino que es el intervalo, el puro intervalo que, de mi a ese otro que es un amigo, mide todo lo que hay entre nosotros, la interrupción de ser que no me autoriza nunca a disponer de él, ni de mi saber sobre él (aunque fuera para alabarle) y que, lejos de impedir toda comunicación, nos relaciona mutuamente en la diferencia y a veces el silencio de la palabra".
Maurice Blanchot, "La amistad"

16.7.15

Causas y azares
















Hace un par de semanas compré un libro por Mercado Libre. Hoy fui a retirarlo al Parque Rivadavia con el único dato del número de puesto. En verdad fui resignada a que la reserva ya se hubiera vendido porque me tomó mucho más tiempo de lo habitual concretar la compra. Busqué el puesto y lo ubiqué enseguida. El azar había hecho lo suyo. Bien. De todos modos, me llamó la atención no haber visto mi nombre sobre el puesto al que llegué buscando el número 72 alguna de las tantas veces que recorrí esa feria. Revisé las mesas, encantada con la casualidad, y finalmente le pedí al puestero Fragmentos de un discurso amoroso, de Roland Barthes. El pibe me interrumpió sin que haya terminado de decir lo mío. "¿Sos Leticia Martin, no?". Mi narcisismo se sintió afectado una vez más, así que felicité al puestero por su buena memoria. "Te explico", me dijo, "la dueña de este puesto es Leticia; y yo soy Martín. Nos llamó mucho la atención tu nombre y tu apellido cuando entró el pedido".

El patriarcado Martín García
















Mi viejo el único de trajecito marrón, con la mano en el bolsillo y el mismo gesto de sonreír que tiene estos días. Mi padrino sobre la silla, delgado, con la remerita a rayas y rapado al estilo de la época, bien machito. A su lado mis tíos abuelos: Ramón y Buenaventura. El que sigue no sé quién es. El otro flaquito de bigotes que aparece detrás del florero es Juan, mi otro tío abuelo, tercer hermano de mi abuela Josefina. Pegado a él aparece mi abuelo Bernardo, de bigote más fino y una V pronunciada en la frente, que le heredé yo. Levanta la copa como sabiendo que hoy festejamos sus cien años. Te recuerdo como si ayer mismo me hubieras sentado detrás del mostrador para alcanzarte los clavitos que le metías a las suelas. Te amo, viejo hermoso.

11.7.15

Sábado

Una chica no tiene que tener / miedo a sufrir / que tener / sentido crítico / principio  realidad / que / tener / el corazón preparado / para el fracaso / el plantón / el no repentino de algún / chico trasnochado.

10.7.15

Jueves feriado

Sueño que un grupo de escritores camina conmigo desde un balneario a otro punto de la Provincia de Buenos Aires. Hay viento y nos abrigamos. Funes no se preocupa por el sol ni por el viento. Habla mucho y por momentos se dirige a mí, inquisidor. “Cuando tengas lo que esperás de él te vas a ir”. Lo miro como diciéndole que se calle. Me contesta que todos somos de algún modo interesados. Siento una especie de odio ancestral y tengo ganas de que desaparezca. Yo no me estoy colgando de las tetas de nadie. Por fin llegamos a una especie de finca, detrás de los médanos. Entramos y me presentan a César Aira. Veo que sobre la mesa tiene un block de hojas amarillas. Le digo si me deja entrevistarlo. Soy rápida, demasiado. De pronto pienso que no leí casi nada, que no da lo que intento hacer. Aira se siente halagado y se sienta esperando mi primera pregunta. Pienso de mí que soy una improvisada y en seguida cambio esa palabra por otra. Soy astuta, digo para mis adentros. Rápida, astuta, coyuntural. Aira quiere que le cuente algo, espera mi pregunta pero más espera conversar. “A ver… ¿Qué es lo que quiere saber?", dice apurándome. Yo arremeto y la charla fluye. Lo escucho y tomo algunas notas por si el grabador del celular no estuviera andando. Cuando estoy menos nerviosa, incluso lo interrumpo. Aira me mira insistente. Me mira fijo, a los ojos. Pienso en aprovechar esa buena conexión. Le tiro una pregunta en referencia a “El ensayo y su tema”. Sonríe, le gusta el pie a esa cuestión. Menos mal que algo leí, pienso. Poco, pero algo leí. Tal vez no es buena idea esa estupidez de abarcar a los autores en su totalidad. La charla se vuelve fluida y Aira quiere más preguntas. Le cuento mi tara. “No sé por qué pienso así"; le digo. "Me cuesta abordar a los autores de obras muy extensas”. Mi sinceridad le gusta, lo noto. Entonces le pregunto por la extensión de su obra. Aira se desata y habla sin parar. Los demás escritores miran de reojo, pero siguen con lo suyo. Van al fondo a ver a los chanchos, comen pan casero, inspeccionan la casa de Aira, sus libros, su biblioteca. Luego todo entra en la etapa del declive. La energía decrece. Aira deja de mirarme a la cara y se desconcentra. Levanta los ojos en dirección al cielo como buscando adivinar la hora, le hace una pregunta a alguien, que anda por ahí, y me agradece la cortesía de la entrevista. Yo quiero seguir pero tengo entre manos una orden de desalojo. Entonces le pregunto cómo podríamos volver a la capital y Aira me explica muy amable un camino hasta la terminal de ómnibus, hasta que, al final, dice que mejor nos acompaña, que él también tiene que salir. Su mujer le alcanza un tapado y avanzamos todos por las calles de tierra del pueblo costero. Ella tiene los labios resecos, castigados por el viento y por el sol dañino de la capa de ozono agujereada. Le estoy dando mi manteca de cacao cuando algo me despierta y recuerdo la foto de Silvina y Bioy que puse anoche en el fondo de pantalla de mi computadora.

8.7.15

Taller de lectura y escritura

PARA ESCRIBIR Y LEER FANTÁSTICO 

Docente: Leticia Martin

Días y horario: Jueves de agosto, 20.30 hs.

Costo: 500 pesos

Comienza el jueves 6 de agosto

Informes e inscripción: leticiamartinelem@gmail.com

Programa: Click acá


6.7.15

Polémica Kodama-Katchadjian


"La literatura es ese encadenamiento de citas e influencias de unos sobre otros", parece que dije sobre la denuncia de plagio de Kodama a Pablo Katchadjian por su obra "El Aleph Engordado". En Dame una señal, dentro de la columna literaria de cada miércoles, por Radio Universidad (AM 1390)

Escuchar acá.

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