me gustan estas estrías
la parte redondeada de mi abdomen
las cicatrices de los nacimientos
una encima de la otra
el paso de tu cuerpo por el mío
me gusta
el desgarro de la separación
mis tetas blancas, blandas, vencidas
que no han vuelto a mirar de frente
me gustan las marcas de los clavos
uno a cada lado de la rodilla
el tajo donde estaba el tendón
que ya no está y es ligamento
me gusta el ceño serio que fabriqué
entre medio de mis cejas
la espalda curvada de leer
me gusta la carne entre mis piernas
el pelo largo, me gusta, sobre las tetas
mi pelo largo sobre las tetas en la oscuridad
velado en el texto
me gusta reinventarlo
el cuerpo atravesado por la vida
las lecturas de esas marcas
el libro que escribimos en el cuerpo
lo que sobra y lo que falta en cada parte.
la belleza no es en la materia
sino en la mirada sobre ella.
.
"La obra sólo es obra cuando se convierte en la intimidad abierta de alguien que la escribe y alguien que la lee, el espacio violentamente desplegado por el enfrentamiento mutuo del poder de decir y el poder de oír". Maurice Blanchot
26.6.13
24.6.13
estos días leí y escribí. hice lo que me había propuesto. casi ninguna otra cosa. estuve adentro, arme la mesa, comí, lavé los platos, ayudé a los chicos com las tareas. miré los mails, anduve dispersa por las redes, pululando. a decir verdad no leí tanto como hubiera querido. pero tampoco salí de casa en cuatro días. estuve adentro cuidando el tiempo para leer y escribir. "voy a hacer sólo lo que es necesario para mí". pero me enrosqué en relaciones entre autores, corrí para leer completamente un texto, entré en la gula de abarcarlo todo. leer como deglutiendo, como si fuera a acabarse el tiempo para leer. hay un momento donde se pasa como por un tuvo de la lectura a la escritura. leí textos variados a la espera de ese pasaje. muchas veces leo en esa dirección, buscando el chispazo que inicia la escritura, ese ritmo acompasado, ese encuentro de dos cablecitos que hacen contacto sin dar aviso. hoy leí, ayer leí, puse música, leí. marqué el texto, separé las frases, leí. pero no venía el ritmo loco, no sonó tremendo en estos días. es angustiante leer la sequía en los párrafos, a veces, las palabras cortadas sin herramientas, como si yo misma las hubiera arrancado del fluir del lenguaje a mordiscones. todo se trababa en este ocio, en estos días feriados dedicados a escribir. y mientras tanto yo leía y las palabras pasaban, forzadas, de los dedos a la página del word. faltó lubricación entre oraciones. aparecía el texto como un mandato duro, tosco, de alguna parte oculta, dictatorial. se enredaba el texto, me aburría mi cantito, mi prosa achaparrada, enana y retacona. mañana espero elevar las suelas mientras lea, primero, y me ponga a corregir después. mañana espero pegar un saltito y sostenerme. un minuto, dos. tres minutos en el aire. mientras corrija, mañana, cuando me ponga a escribir será otro día. siempre que secó, llovió.
23.6.13
la lista de Mario Levrero
genealogías
Barton Fink, mil veces
*
Adios Muñeca, de Chandler
Una mujer en la oscuridad, de Dashiell Hammet
La pasión según GH, Clarice Lispector
La vida breve (capítulo 4: Naturaleza muerta) Onetti
Franni y Zooey, de Salinger
Humor, Arthur Koestler
*
nunca Saramago
nada de Paul Auster
Barton Fink, mil veces
*
Adios Muñeca, de Chandler
Una mujer en la oscuridad, de Dashiell Hammet
La pasión según GH, Clarice Lispector
La vida breve (capítulo 4: Naturaleza muerta) Onetti
Franni y Zooey, de Salinger
Humor, Arthur Koestler
*
nunca Saramago
nada de Paul Auster
21.6.13
#pensar los olvidos
rezo el credo a ver si lo recuerdo. es como el himno, el padrenuestro, sólo pensarlo y a la vez decirlo, de un tirón. se me monta una frase o la salteo, se me encima, creo, con la siguiente. vuelvo atrás y la digo correctamente: "el perdón de los pecados". por como viene la súplica, lo que se está diciendo es que se cree en el perdón de los pecados. si sigo a Levrero ese olvido, ese error, es otra cosa que un problema de la memoria. ¿de qué perdón, de quién estoy hablando? de pronto, entonces, recuerdo aquellos entrenamientos por la General Paz, o de la casa de mis padres a la placita San Pantaleón, las cuadras y cuadras al trote para matar el asma y tener los músculos preparados. sin proponérmelo, a veces, contaba las cuadras con oraciones. había calculado un rosario cada cincuenta y un misterio cada decena de cien metros. igual que cuando me mandaban a Don Bosco. "esta chicas se cura el asma si se pone a nadar". tres ave Marías para cada largo, un misterio sin el gloria y las peticiones cada tres largos completos, un rosario para los quince largos y una corona entera para los cuarenta y cinco. a veces iba a nadar y las frases se me rezaban solas. estaba pensando y de repente "padre nuestro". rezar es cronometrar, medir un murmullo interior con repeticiones, es ocupar el pensamiento evitando el pensamiento. cuando se reza no se peca, no se piensa, no se duda. cuando se reza se cuenta, se suma, se reitera.
20.6.13
#juábado
pienso del lenguaje que es la salvación.
la pregunta, la búsqueda curiosa, la puerta de entrada y de salida de mí misma. unas palabras, letras ordenadas con reiteración, sentidos que se quieren decir y otros, que se dicen pese. solos, los otros sentidos, aparecen en el lenguaje inconsciente. escribo para leer más adelante la parte de mí que desconozco. escribo para leer y mientras leo me soy. voy siendo mientras armo ideas y tramas que me anticipan, mientras escucho la voz oculta, que me empuja a la des-forma, que me corre de la reiteración, del discurso de los demás, en todos sus niveles. escribo el futuro en cada error. junto palabras, borro significados, evito algunas sonoridades. aaardeca me sinonti. esvento mi propio español. puedo ribircse así. organar. ramarte de setram a setram. puedo salirme de mí misma y entrar, a buscar lo que me falta por decir.
18.6.13
#frepajar
cuando llego al TODOR me quino, con la mano derecha, genuflexo, apoyo la bulapa en el argante sugo, después zatoneo con reiteración. frago el íspide molidero en ese acto, el fonible Trumo del TODOR. frago y vuelvo a Fragar en el vacío, como si Trumo pudiera tropengar. no me gusta fragar, aunque lo hago, quino aunque detesto quinar. vogo, tropengo la velaria vincia, hasta el fonible tañir de las campanas. entonces frepajo mi drola en el silencio, me vuelvo un mocronte en ese frepajar. sumoneo mi drola folidante y balbuceo, largas fragas para Trumo en el TODOR: “námido intergoña, Trumo! / námido, intergoñador / tropenga a tu vincia en esta hora / protégenos del dulce frepajar”.
12.6.13
#choreo
apenas él le leía la devolución, a ella se le agolpaban las palabras y caían en discusiones, en salvajes porfías, en litigios exasperantes. cada vez que él procuraba rebatir los argumentos, se enredaba en un lamento quejumbroso y tenía que retractarse de cara a ella, sintiendo cómo poco a poco las distancias se acortaban, se iban encimando, encomiando, hasta quedar tendido, él, como el cíclope de cristal al que se le han dejado caer unas hilachas de soledad. y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se repetía los argumentos, consintiendo en que él aproximara suavemente su oído. apenas se cruzaban, algo como una ráfaga los reunía, los empujaba, los enfrentaba, y de pronto era el combate, la estruendosa lucha de los discursos, la jadeante evocación del orgullo, el debate del lenguaje en una exabrupta lengua. ¡está bien! ¡está bien! acalorados en la cresta del decir, se sentían bramar, irónicos e imantados. temblaba el bar, se vencían los prejuicios, y todo se resolvía en un profundo beso, en caricias de aguerridos manotazos, en cariños casi crueles que los imbricaba hasta el límite de las baldosas.
guiono, tacho, sintetizo, leo estadísticas de alumnos ingresantes, de universidades nuevas, cantidades de egresados, guiono con auriculares, una guitarra suave, un vacío existencial. guiono y se me va la mente, la traigo, me acomodo en la silla, busco café, pienso en otra cosa, me vuelvo a calzar los auriculares. guiono, evoco aquelmomento, imagino conversaciones, vuelvo a las estadísticas, repito el disco que se termina, escribo una palabra que no va, corresponde al pensamiento y se escapó, pasó de largo al guión. mi pensamiento se autogobierna, se hace texto de prepo, de matón, porque es machista. mete dolor mi pensamiento, cuando puede.
11.6.13
me obligo un poco, cada día. me obligo a escribir. a veces mi deseo coincide, a veces no, y ahí es entonces que me obligo, tengo dudas, de que escribir así no corresponda, de sólo correr sin responder, a las preguntas que me esperan. recuerdo la frase de Levrero que leí anoche, cuando intentaba escribir lo que no escribí, el motivo tal vez deste malestar: "escribir no es hacerlo bien, escribir es lidiar con los monstruos de uno". a veces tipeo con el fantasma de la melancolía colgado de la espalda. a veces pienso en otras veces, en cómo lo hice, en qué circunstancias escribí, sobre qué evocaciones, con qué energía. he pensado muchas veces que mi escritura aparece en el dolor, en momentos de reclusión e imposibilidad. voy a romper esos términos, desasociarlos, voy a encontrar mi fuerza en otra parte, de mí, en otro motivo. "mi nafta es que no me importe el reconocimiento", mi nafta es el sabor del juego ecléctico de las palabras que a veces pueden dar sentidos y otras veces no. quiero un piso abierto, algunas baldosas y debajo nada, ni tierra, ni cimientos, ni llegada. un camino sobre el aire y el gozo de caminar sin saber a dónde. sólo tememos cuando queremos seguridades, continuidades, repeticiones. mi nafta también puede ser la apertura total a lo que venga, con sus bifes, sus miserias, las caras de orto de los demás. la aceptación del bache, del dedo faltante de mi hermano, del poder de mi deseo sobre mi pereza.
7.6.13
#loop
la mente es una cuchilla y el filo no falla, está ubicado hacia arriba, siempre listo, mientras escucho mil veces esta canción, leo la letra, pienso en la poesía, qué frases llegan más lejos, qué dicen esas frases, qué verbos, qué adjetivos modifican a cuáles sustantivos, y mis letras, pienso en mis versos inmateriales, una veces, otros tangibles, después, el ritmo agitado de la poesía, que se vuelve oraciones más largas en la prosa, de respiraciones más extensas, duraderas, como el modelo, la política populista, la multitud, ancha y ajena, reunida en la plaza, la historia de imaginar, siempre, el trosko que te agarra de la mano, te dice hagamos la revolución aunque no hay más, nunca hay nada más, debajo de la barba, que deseo sexual enfrascado, vuelto discurso, idealizado, por el cine de sus inicios a esta parte, desde antes de la coca que se tomaron, tus viejos y los míos, antes, de que naciera esta generación, este modelo, el pibe que canta esta canción, las pelotitas cayendo, rebotando por las calles de San Francisco, si al final acá, o allá, en la empresa o el estado, la marca o la propaganda, todo es discurso de los otros y nuestro filo, lo que está en nuestras mentes, la cuchilla, se repite en un loop al infinito, vuelve pese a vos, pensamiento involuntario, es el amor, el deseo contenido, la revolución social de nuestros cuerpos.
#por mis signos me reconoceréis
es viernes. comí un sándwich de piedras mientras esperaba que mi hermano saliera del quirófano. pensé en su dedo y me bajó la presión. lo vi sonreír y pude volver a respirar. recordé la noche que Estela puso la comida del día siguiente en el freezer y dejó la nota para los chicos sobre la mesada, la noche que le dio de comer a la perra, ordenó la casa y se fue a dormir para levantarse al día siguiente, la última mañana, el día que entró al quirófano del que nunca salió. vuelvo en subte al trabajo. voy a canjear mi tiempo por dinero, me pregunto si mi piel será más gruesa alguna vez, con el paso de los años y los machucones, si por fin el ser de los otros podrá transcurrir sin marcar mi cuerpo, poner mi garganta en estado de grito permanente, despegarme las uñas, bajar hasta mi estómago, hacerme vomitar. si fumara prendería un pucho, me armaría un cigarrito de vainilla con una seda, en la plaza, me subiría al tren que está acá arriba, sin mirar a donde me dirijo. puedo ponerme en el lugar de los otros con mucha facilidad, me toca las fibras la existencia de los otros, me asumo un ser social, hipersensible, deforme en esencia y victimizado. una emocionalidad a la que se le hace difícil moverse entre los cuerpos. cierro los pensamientos y vuelvo al trabajo. guiono, imprimo, corrijo. también puedo ser una máquina. mando mails, tomo té, desgrabo una entrevista. la tarde cobra sentido cuando encuentro esta frase: "para Levrero las excentricidades no servían, él se autodefinía incéntrico”. hago clic en el botón izquierdo del mouse sobre la última palabra. largo el click en la opción "agregar el diccionario", como hacía él, recuerdo. finalmente ¿por qué estoy tan apegada a la vida? me tranquiliza la idea del traspaso, de estar en este cuerpo, ahora, y de hacer mi propia transposición a un e-book, después. como en Los cuerpos del verano, de Martín Felipe Castagnet, cuando sea una idea, definida y acabada, cuando deje este soporte, pase a otro, me descomponga, voy a mandarles señales claras. muchas serán encuentros casuales en la calle, con los amigos más queridos, contactos intensos e impensados, besos robados en las escaleras del subte.
6.6.13
En el subte A un individuo lee El Discurso Vacio de Mario Levrero y me acuerdo de @leticiamartin . Es una señal.
5.6.13
escribo un guión, pongo a Camelo, disuado los pensamientos, me obligo a concentrarme en la tarea. mi primo escribe sobre la distancia con su madre que se fue, hace tantos años. mi madre está en una cocina, seguramente leyendo, o haciendo la comida. quisiera prestársela, mandarme por el cable y que me cuente un chiste o me haga mate. pero no es lo mismo, ya sé. quisiera librarme de mis pensamientos, sólo escribir este guión que ahora está acá abajo, minimizado en el word. quisiera creer que las distancias no existen, que sólo me está por venir, que me están bailando las hormonas. pero es duro el adoquín allá afuera, entre vereda y vereda, y la cabeza no se parte.
#imposiciones involuntarias
tengo que desgrabar, me llega información para dos nuevos guiones. son cortos pero me obligan a leer un excel y un word, jerarquizar datos, redactar. como si esto fuera poco, tengo que ayudar a los hijos con la tarea, leer dos libros, hacer una reseña, el cuestionario de una entrevista. tengo que poner la mesa, hacer la cena, bajar la ropa de la soga. dejar de hacer no es una posibilidad, me doy cuenta. elijo algunos de esas actividades. sopeso. ser mujer y realizar deseos es jugar un partido de ajedrez, mantener equilibrios, elegir bien varias veces en el día. mientras se hace la cena termino pasándole un trapo con Cif a la pared de mi pieza, justo encima del escritorio. ordeno los libros, hago pilas de acuerdo a urgencias, y después comemos y acuesto a los chicos. lavo los platos, enciendo la compu, reviso los mensajes, cambio un par de reuniones y me acuerdo de la cita que marqué esta tarde. paré de golpe, saqué un lápiz y subrayé. tengo los auriculares puestos para desgrabar pero sólo me alcanza la energía para empezar a tipear estas líneas. la cita que leí esta tarde, cuando bajé del subte y no pude cerrar el libro vuelve sin dar aviso a mi pensamiento. llegué a ese punto del libro en Acuña de Figueroa y Humahuaca. ¿por qué no puedo escribir lo que tenía planeado para esta noche? hace unos días estoy pensando que este diario -que iba a ser de enero, un registro del tiempo detenido de las vacaciones- está cobrando vida propia y un carácter de necesidad. no puedo desoír el deseo de agregar estos pensamientos. de pronto siento que esta es la escritura más genuina de todas las que despliego. sin querer se me impone, como estas citas, estos personajes que vengo recogiendo. Mario Levrero, Simone de Beauvoir. ¿qué hacen juntos, qué tiene que ver? no comparten geografía ni momento histórico, ni prosa, ni trama, no comparten casi nada. de todos modos por algo reaparecen, ahora, comienzan a cruzarse en mi ecosistema de lecturas y escrituras. ¿qué los vuelve apetecibles a mi voraz deseo de significar, prioritarios, ahora, como nunca antes? tal vez el sentido haya que leerlo a la distancia y yo no deba más que avanzar en la escritura. la cita de hoy, en el cruce de esas calles donde me detuve, marqué las páginas, miré el número -al pie- y besé esa hoja, decía exactamente así: "no son pensamientos propiamente dichos sino un conglomerado de imágenes y de palabras que de un modo u otro aluden a Verónica, o a su casa, o a cosas suyas; hay una zona de signos, que puede ser muy vasta, y que sospecho que por algún motivo, tal vez por mi resistencia a prestarle atención consciente al problema de Verónica, se va haciendo más vasta cada vez, como si poco a poco todas y cada una de las cosas de este mundo directa o indirectamente terminaran aludiendo a Verónica; esa zona de signos es lo que está siempre presente en mí, aunque yo crea no estar pensando en Verónica y dedique esforzadamente mi atención a cualquier otro tema. De tanto en tanto la imagen de ella se me impone, y debo suspender lo que esté haciendo, y atender a ese reclamo imperioso".
2.6.13
#enero en junio
leo El alma de Gardel de Mario Levrero. no es una novedad. desde anoche estoy citándolo en este blog, más abajo, en facebook y en twitter, de manera compulsiva. ya lo leí el año pasado, cuando lo compré, así que en vez de leerlo, lo releo. he vuelto a Levrero en este furor porteño de la publicación de sus conversaciones por mail con Pablo Silva Olazábal. antes quiero explicar por qué "he vuelto" y no "volví". sé que es más coloquial, por supuesto, lo sé y borré la conjugación primera para escribir "volví". porque se debe, se usa, se habla así en la calle. releí el incipiente párrafo. recordé la otra tarde, cuando dije "he vuelto" en la oficina y se rieron, "he vuelto, dice, habla español neutral", repuso alguien, y me quedé pensando en la forma suave y delicada del "he vuelto", que se pierde en el uso del "volví", más directo, seco, cortante, como un latigazo sobre el lomo del lenguaje. decido entonces el pretérito perfecto, compuesto, "he vuelto", no por desconocer la forma coloquial, ni por hacerme la culta usando una conjugación extraña. lo elijo porque, sencillamente, suena más suave y femenino. decía, ahora sí, que he vuelto a Levrero, Jorge Mario Varlotta Levrero, el pibe que cuando empieza a publicar elige su segundo nombre, desconocido, y el apellido de su madre. Mario Levrero, para esconderse, publicar sin nombre y desaparecer. el apellido de su madre, el que queda y se fija después de la muerte que lo consagra escritor. hace un año, un viernes, salí del trabajo y caminé la plaza, crucé por el medio, seguí por Avenida de Mayo, doblé en Perú. ¿por qué me acuerdo el camino hasta llegar a la anécdota? parece extraño. no lo es. siempre elijo Avenida de Mayo. es más corto el trayecto por la diagonal, es más directo, tardo menos, pero no es más lindo, como "volví", no es más linda Diagonal Norte que Avenida de Mayo o que Perú, que tiene librerías, bancos en las veredas, el edificio que fue el Diario La Prensa. no se puede comparar. he vuelto a ese momento, Avenida de Mayo, Perú, la librería, el gran mesón de libros raros. olvido cosas mucho más importantes y recuerdo estas. compré Enero, de Sara Gallardo y El alma de Gardel. también un tercer libro que se borró de este recuerdo. ¿quién sabe cuál sería? podría inventar un nombre para el relato, pero he olvidado y he vuelto a este libro que desde anoche releo, a Avenida de Mayo, a la plaza, a Perú, porque son así los recuerdos, dictadores, imágenes fascistas y reiteradas, señales de algo que no hace falta entender.
"Ya casi no se usan, normalmente, los portaligas, y es una pena, porque permitían que quedara al descubierto un buen trozo de pierna, ese trozo de pierna situado entre el final de la media y el comienzo de la bombacha. Ahora se utilizan medias-bombacha que lo cubren todo, y se pierde la visión de ese trozo tan especial de la carne" Jorge Mario Varlotta Levrero, El alma de Gardel
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