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"La obra sólo es obra cuando se convierte en la intimidad abierta de alguien que la escribe y alguien que la lee, el espacio violentamente desplegado por el enfrentamiento mutuo del poder de decir y el poder de oír". Maurice Blanchot

28.4.10

Ni, nada, 28 de abril de 1910


un espasmo,
sentir de pérdida.
perderme en los sentires del.

un desgano,
desahogo de los ojos.
las uñas desauciadas en.

me quedo sola,
rodeándome de gentes.
desconocidos respirándome la piel.

las llagas a la vista,
la estupidez expuesta.
las salibas en la cara de.

y ni me ocupo
de maquillarme las heridas.
y no la fuerza para salirme del.

querer que se muera,
el día que no ni un.
querer que se muera, que deje de,

27.4.10

Mariposa del suelo, 26 de abril de 1910

(Homenaje a Federico García Lorca)

Como mariposas, pero no las de alas blandas.
Tuerquitas de esas que se enroscan a los tornillos.
Mariposas de acero, o de bronce,
zincadas, o niqueladas con baño de.

Pesan, no vuelan.

Palabras como mariposas de cromo
caen al suelo apedreando el empedrado.
Marcan caminos, territorios que gané.
Cuesta encontrarlas de tan.

Duelen, no saben hacer cosquillas.
 
Palabras pesadas que agarro al vuelo,
estudio, disecciono y analizo.
Viajo con ellas a Roma, las hago hablar en latín
Vuelo en sus alas de mariposas duras.

Y una vez que las elijo me las quedo.
Bonetes de brujitas fluorescentes en las calles.
Sé que por ellas entra mi vida.
Pasan unas cosas, y otras quedan afuera por.

Elijo palabras como si una vida entera.
Una historia de amor con cada una.
Porque soy mis palabras eligiéndome
cuando me dejo nombrar por ellas, y las declaro mariposas.

19.4.10

Cuándo, 19 de abril de 1910


el problema de soñar es hacerlo de despierta.
de parada.
de golpe.
jugar con los límites de mi,
pensar.
porque sueño es sin.

cuándo será el día que pensar
ocupe el puesto de cadete
y soñar llegue a jefe,
a dictar las circulares,
a contratar secretarias, 
y a tener cochera.
un piso bien arriba en el edificio.
el último.
para ser CEO.
el primero.
 
cuándo soñar llegará al trabajo más tarde que pensar
y éste, atolondrado, se pondrá de pie,
a las órdenes de,
llevándose una silla por delante,
o un tabique, 
de nervioso.

cuándo será el,

Hilitos de cobre, de los cables, 18 de abril de 1910


Voz de lata
sonata
sanata
me suena a verso
me mata.
Merodea en vez de rodearme,
merodea con palabras,
teje cablecitos de cobre
frases que se le escapan,
y bailan.
Y asalta mis sentidos desprovistos,
de filtros, 
de plantas,
los pies descalzos con frío
se arrastran.
Caen los pies con las manos en alto
vencidos,
al alba,
y se abrigan los dedos martillo
del tejido de hojalata
de la manta imaginada
red al vacío,
palabras,
resuenan ecos ficticios
en tímpanos escarlata.
Marean,
dejan estela.
Marean,
no dicen nada.
 

18.4.10

Trabados


Entra en el comedor de todos. Mira como escaneando y hace la cola para que le den los numeritos. Rosa la entrada, celeste el primer plato y blanco el postre. Clava los ojos sobre los de el oso y automáticamente liga una Coca extra. Se sube el jean y se pasa las manos por las tetas como si sólo la remera.

La observo sin querer. Porque no es mirar lo que hago cuando llega. Rubia, labios como gajos de mandarina, tetas que amedrentan. Toda yo quepo en el largo de sus piernas. Le llego ahí, pienso. Y trato de convertir esto en reflexión. Imagino los pensamientos que le corren la frente por adentro a cada uno de éstos, acá ¿Serían capaces de preguntarle su?

Tortilla de papa adelante mío. Abajo ensalada de lechuga y tomate, calientes, y una sopa de aceite en el subsuelo del plato. Mastico y mientras el murmullo del gordo me quema la cabeza la miro entre otros hombros que nos separan. No quiero pensar qué es. Pero la nuez. Trago mirándosela. Comparo. Se rie mucho. ¿Le gustarán también las mujeres? Tengo que contestarle al gordo y no sé qué me preguntó. Balbuceo algo sin forma.

El mozo se le para a un centímetro y le habla desde arriba, como si su voz pudiera entrar por el escote de ella y llegarle ahí. El miembro del mozo le roza el brazo y sobresalen varias carcajadas sin filtro. Algunos miran sin discimular. Comentan.

Ahora filet de merluza con puré. Es mucho para mí. Todo no voy a poder. El mozo sale. Ella lo sigue y yo pido permiso a estos tres que ahora discuten si Palermo o si Riquelme. -Agárrense mi plato. Los hombres con el estómago lleno no hacen preguntas.

Ya en el pasillo apresuro el taco. Entra ella, entra él y cuento hasta cinco. Me toca a mí. Total, si cae otra mina yo estoy bien, es nuestro baño.

Me lavo las manos. Por el espejo los cuatro zapatos atrás de la puerta vaivén. El mismo mozo que nos servía. Las mismas manos. Un sonido que parece gemido, pero no, todo sigilosamente. Me imagino el plato, la tortilla aplastada, el mozo sobre ella, ella sobre el mozo. Las manos del mozo sacándose de adentro del culo de ella, o de él. Entonces sacudo esa idea de tener que saber qué. Igual quisiera atravezar la pared con los ojos.

Por fin la ensalada de frutas con crema. El gordo que ya no aguanta más y me pregunta si es un traba. Gesto de no sé con los hombros. Por las dudas digo que ya vengo y le hago que sí con la cabeza al gordo, que sí, que la ensalada de frutas se la coma tranquilo.

11.4.10

Vuelvo con el odio. Quiero aceptar la diferencia, pero no. Hay un punto negro que no se deja transgredir. 

Hoy me levanté pensando en la indiferencia pero el almuerzo tuvo bilis negra. Algunos domingos suelen ser así. Controvertidos. Cuando toca estos días-neblina no puedo verme. Los espejos se ponen pared. Salgo exhausta de los entredichos. No contagio y  sé que quieren envenenarme. Mi bronca muta en odio y quiere salir como bocanada de obsenidades sobre sus caras pulcras y sus almas sin pecado. Pero en lugar de escupirles el asado me trago la saliba. Por eso lloro. Proceso saliba en lágrimas. No soy fuerte ni para enunciar. Hormiga me siento, con el pasado hoja de acero pesada como hierro. No tengo fuerza ni para levantarme y salir. “Puto de mierda, en mi casa no". Puto de mierda, dice. Y no es Hadad. Es mi hermano. Hoy, mientras el bolo de carne se enchía a la altura de mi garganta y no pasó.

9.4.10

tescribiríabriendosadamentel


Cuando me mirás mescondo, menriedo en mis pensamientos. Cuando me hablás mengolosino, mengripo, mestiro para adentro. No puedo tenerte cerca, porque no mencuentro a mí cuando vos. Perdida en el mirarte yo me mé, buscando más allá de lo que no. Como queriendo estar al otro lado, buceándote la sangre aunque no vea, mar adentro de tus ojos, mi vidriera, de tus almas desbordando de polleras. Mescribiría en las pupilas frases hechas o las frases que no sé como decir, decírtelas mirándote sin qué, esconderte mi deseo en la nariz. Así cuando mespies no me ves, mestarías mirando todo el día, ingenuos ojos, estos, de una amiga, sin más querer mequedaría.

7.4.10

Incontinencia


No quiero hacerlo pero lo hago.
Me lo propongo cada vez.
Sin querer mis manos queman.
No quiero hacerlo y ya empecé.
Arranco y al ratito no sé qué,
a la mierda con lo que había dicho ayer.
Abro la boca sin querer,
cada vez que estoy a dieta, 
no puedo parar de comer.

5.4.10

Adjetivaciones


No puedo describir la abundante caída del fluido rojo, caliente, rebosando de adjetivos, que desciende desde el cuello del útero hasta mi vagina. Porque los adjetivos no. Ni rojo, ni abundante, ni caliente. Todos sobran, me dicen los que saben. Adjetivos no. Avanzar con acciones.
Es que tal vez yo no pueda. Uno escribe lo que la vida le. Pero a veces no.
Yo no puedo accionar, avanzar haciendo, correr hasta su puerta y entrar a su vida para quedarme un rato. O todos. Por eso sólo adjetivo.
Soy menudencias.
Cuadro sin historia.
Pinceladas al pasar.
Puntillismo.
Exceso de detalles vanos.
Barroquismo ingenuo y ateo.

Soy como un capítulo de serie sin escaleta.
Fragmentos bien peinados.
Ráfagas de adjetivos huecos que no dicen nada.
Colores sin figura. Sin fondo.
Sobre la nada misma me muevo, patito en el agua, sin avanzar.
Sin verbos ni discursos.
Palabras sí, soy. Sueltas. Con el encanto del sonido y los colores de cada cual. 

Sin más objetivo que mostrarse, oronda, mi palabra vaga, perfumada, al lado de otra no tan idéntica, que le queda bien. Palabras todas, vacías de sentido, adjetivadísimas hasta el empalagamiento. Redundancias. Repeticiones. Y qué. Si quiero avanzar en el empastamiento del adjetivo que no recorta y que no dice. Si pienso que aún cuando los verbos todos, ahí, no podemos contar, que las historias sólo puntos de vista, que los discursos sólo fracciones del decir.
Presa de la imposibilidad, ahogada por lo que quisiera, marcho envidiosa por abril, odiando a los que dicen amar y se abrazan, odiando a los que están de acuerdo y a los seguros. Desconfío de todos los que cuentan el cuentito.

4.4.10

Vieja


Le diría "qué me bardeás".
Queda cool. 
Pero no me creo. 

Le diría otras.
Sé miles. 
Pero es que me resuenan extrañas.

No sé saltar. 
Me trabo en los pormenores. 

No sé pasar del primer "me voy" 
                                      a la puerta de calle,
                                      de la entrada al postre,
 
                                      de las miradas a la cama.

No sé. 
Me derivo.
Disecciono acciones milimétricas.

Me pierdo en el detalle,
                                   en la coma,
                                   en lo insignificante.
 
Tal vez tendría que decir "huevadas"
pero me siento impostada. 
                                             Vieja.
35 era vieja cuando 14,
"en el 2000 voy a tener 25". 

Tendría que haber volado el planeta en el 2000.
Inmortalizada en la juventud eterna estaría.
Diciendo fumá, 
                         bardo, 
                                   me cabe.

Ahí sí podía lo coloquial. 
Ahí podía amar a saltos. 
A zancadas.

3.4.10

22 de Julio de 2009



Mi obsesión por los libros crece de manera desmedida. No sé por qué. Un poco me divierte leer. Pero quizá otra cosa. Escupir alguna cita inteligente me hace sentir segura. Paso buena parte de mis días entre líneas o pensando en ellas. Doy vuelta las frases mientras otras cosas. Las acomodo más que a mi cama. Las limpio. Las estoy podando. 


Cuando me despierto veo qué leer. Desayuno, ensucio las páginas de turno con gotas de mermelada y empiezo a medir los viajes en párrafos. También desarrollé una técnica para leer mientras camino. Pongo los ojos sobre las letras, abriéndolos un poco de más, y miro el suelo por los bordes laterales. Lo que observa el rabillo es buena información si hay que pasar un bache. El resto imaginación. Sé que en las esquinas aumenta el ruido de motores y bocinas, entonces me anticipo, dibujo el cordón de la vereda en mi cabeza y camino de memoria. Tengo un back up de motivos floreados para ponerle a las baldosas y una amplia gama de colores para ir variando. A veces puedo adivinar el amarillo de los semáforos, o las espaldas de los que esperan para cruzar. Otras, aprovecho un punto y aparte para levantar los ojos y echar un vistazo. El secreto es dejar el pulgar atado al lugar de la pausa y recordar la última frase.


Los días bajo cero son ideales para leer. Hoy es un día ideal. Las ráfagas húmedas de esta mañana sin lluvia me acarician en cuanto salgo, apenas saco la llave de la cerradura. Medrano, Guardia Vieja, El Banderín. Cortado en jarrito, Página 12, la radio. Después la vuelta y antes del subte: “El Globo Rojo”. Estoy llegando tarde clavada en la vidriera. No hay faldas, ni hebillas de flores. Sólo unos títulos que se dejan leer detrás de otros, quietos, de pie delante de ellos. Todos pidiendo ser el próximo. Dándome motivos irresistibles. Chocolates.


Lapsus de por medio, entro y “hola”. Me dirijo al pequeño sector de los textos dramáticos. El olor de las librerías de viejo se me cuela por los poros y me embriaga. Me pasa desde la adolescencia. Siento como un dulce mareo agradable, parecido a la atmósfera de este reducto. Ahora nada me importa más que aspirar el olor a pasado impreso. Y soy tos. Carne viva en la garganta. Polvo que picazón. Un ahogo que precede al ataque de asma. Mi cerebro aprendió a controlarlo. Primero no puede, porque está distraído entre las C de los lomos de Chejov. Entonces la espesura amarillenta de una flema sube casi hasta la campanilla. Cerebro ordena el retroceso y así la lucha hasta que atrás. Degluto y venzo el ataque presente que el pasado endeble.
Gabriela me ofrece el catálogo renovado y me da un ejemplar de Las Flores del Mal.


-Baudelaire, me dice. 

La tapa tiene un color amarillo bastante más amarillo que el de las hojas blandas que protege. Entonces tomo contacto con él. Lo toco, lo recorro, lo observo con detenimiento. Un nombre en la primera página. Un hombre. Podría ser cualquier otro, o no. Busco conexiones. Lo huelo. Lo devuelvo.


-No, es un regalo.
 

Mueca de sonrisa apenas. No lo meto en la mochila, voy a llevarlo puesto. Salgo sin dar las gracias. Lo hace porque me quiere fiel a su librería de usados. 

Pienso que en casa debo tener el valor de un auto en libros. No sé qué tan importante es calcular eso. Un libro por hombre con el que tuve ganas de coger pero no. Otra cuenta estúpida. Mejor un día voy a poner una biblioteca en Almagro. 


De camino al subte un nene me pide plata, un viejo revuelve la basura, y una señora agrega desperdicios en la misma bolsa. Los miro. La imagen de la piel de pollo crudo no me genera la arcada que en otras épocas. El olor a podrido me sigue una media cuadra, hasta la esquina de Corrientes. Un grupo de señoras pide su desayuno tardío en Gildo`s. Eso sí me repugna. Mucho dorado, mucho marrón. El color bordó en las cabezas infladas.

1.4.10


Hacerlo mal. Intentarlo todo el tiempo sabiendo que no, que dificilmente, que nunca, que la reputísima madre. Intentarlo igual, inventar rimas absurdas que pequen de ingenuas. Vestirlas de adultas, cortarles la pollera. Tratar de que parezca lo que no. Escribir. Hasta que me sangren las yemas. Hasta que me guste alguna vez lo que nunca me conforma. Hasta que me suene a párrafo que leo de otros con placer. Encontrar la propia voz me dijeron. ¿Y qué mierda es la propia voz?

antes